jueves, 2 de septiembre de 2010



Testimonio
Jorge, 27 años
El terminar el año fue para mi una experiencia muy linda, porque por primera vez en mi vida termino algo de lo que empiezo, ya que nunca lo había hecho. La Fazenda me dio mucho, me devolvió la vida, recupere a mi familia.
Cuando llegue a Montevideo me encontré con toda mi familia, la cual yo había lastimado mucho, y me recibieron con una reunión familiar. Están todos muy felices por verme como me ven. Lo triste fue cuando me di cuenta que mis amigos, aquellos que jugábamos de chicos al fútbol, íbamos juntos a la escuela, y compartimos gran parte de nuestras vidas, hoy de adultos, ya no los tengo. Fue doloroso asumirlo pero es la triste realidad.
En un principio me costo entrar en el mundo de nuevo, su ritmo, las corridas de acá para allá, la ciudad con todo su “loco” movimiento que por un año no sentía ni veía. Hoy me encuentro con gente que corre y no sabe para donde ni porque, ahí me di cuenta del valor de las pequeñas cosas, del dialogo con mi madre, con mis hermanos, del estar y ser gratuito en el trato con los demás.
Hoy disfruto de mi familia como nunca, gracias a Dios, puedo mirarlos a los ojos de cara limpia y hablar con la verdad, y escucharlos. También vivir la experiencia de concurrir a misa, ver que la gente se me acerque, gente que nunca en mi vida había visto, y al saber que estuve un año de tratamiento en la Fazenda de la Esperanza, me brindan una sonrisa y se interesan por mí.
La vida sin droga tiene un sentido nuevo para mi, ahora me descubro sentado en la plaza con algún familiar o compañero tomando unos mates, o una coca y me siento feliz, no necesito de la droga para ser feliz, ahí esta, tal vez lo mas importante que he vivido en estos primeros días de mi “nueva vida.”
Por ultimo si pudiera pedir dos deseos serian: que todo los chicos que están bajo el flagelo de la droga pudiesen conocer lo que la Fazenda de la Esperanza es, y se animaran a vivir la experiencia de un año.